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jueves, 2 de agosto de 2012
lunes, 19 de marzo de 2012
miércoles, 1 de junio de 2011
lunes, 25 de abril de 2011
sábado, 20 de noviembre de 2010
Artista por herencia
Liarrosa Márquez Von Artens: Artista por herencia.
Pasó por cuánta carrera se le cruzó por la cabeza antes de abrir un tubo de pintura y no fue hasta después de estudiar Teatro en la Escuela Gustavo Mesa en Santiago que descubrió su talento oculto, pero que corría hace rato por sus venas. Sobrina directa del pintor austríaco Peter Von Artens y de quién de paso heredó las pinturas y pinceles con que trazó sus primeras rayas. “Tenía dos pedazos de tabla y copié unos rostros. En ese tiempo yo estaba trabajando en un restaurant y le dije al dueño: tus baños no tienen nada que indique mujer y hombre y yo tengo dos cuadros que te pueden servir. Me dijo: cuánto valen y se los vendí”.
En enero del 2002 arrancó “despavorida” de Santiago a su casa en el sector de Paullín, a 20 kilómetros de Cascadas y se puso a pintar “heavy”, como ella dice. A fines de ese mismo año ya montaba su primera exposición en el Hotel Centinela de Puerto Octay. “De repente dije: qué hago con esto, tengo tantos cuadros, me moví, hice todo yo, buscar el lugar, auspiciadores, cóctel, todo. También hice unos catálogos muy bonitos”.
Luego se fue a trabajar a un lodge cerca de Puerto Varas y sus dueños extranjeros no tardaron en apreciar su talento. Montó una segunda exposición con 14 obras y al cabo de unos días, no quedaba ninguna. Voló a Europa con esa plata, recorrió países y visitó grandes museos, en donde además conoció de pintores afamados. A su regreso montó más exposiciones, en el Hotel Puyehue, Centro Cultural de Osorno y hace un año en el Quincho del Nahuel en Cascadas.
¿Qué te inspira?
“A veces una necesidad, porque pueden pasar meses y no hago nada. Siempre tengo las ganas, la inquietud de hacer algo con las manos. De repente no tengo materiales y me las rebusco igual, agarro un papel pero a veces es lo mejor que sale cuando uno tiene menos cosas”.
Alucina con Rubens, Van Gogh y Kandinski y mantiene la firme idea de estudiar Curaduría de Arte en Buenos Aires para transformarse en la argumentista de una exposición, el puente de comunicación entre un artista y el público, quien le da forma y enriquece una muestra. Hoy asegura que “uno nunca sabe para donde te lleva la corriente”. No tiene claro si algún día parará de pintar, lo que sí sabe esta sureña de 38 años es que si en este momento toma un pincel lo primero que pinta es la mitad de una circunferencia de color rojo.
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